viernes, 15 de julio de 2011

Tengo ganas de tí.

«Me quiero morir.» Es lo que pensé cuando me marché. Cuando cogí el avión, hace apenas dos años. Quería acabar con todo. Sí, un simple accidente era lo mejor. Para que nadie tuviera la culpa, para que yo no tuviera que avergonzarme, para que nadie buscara un por qué... Recuerdo que el avión se movió durante todo el viaje.Había una tormenta y todos etsaban tensos y asustados. Yo no. Yo era la única que sonreía. Cuando estás mal, cuando ves todo negro,, cuando no tienes futuro, cuando no tienes nada que perder, cuando... cada instante es un peso enorme, insostenible. Y resoplas todo el tiempo. Y querrías liberarte como sea de cualquiera forma, de la más simple, de la más cobarde, sin dejar de nuevo para mañana este pensamiendo. «Él no está, ya no está» y entonces, simplemente, querrías no estar tampoco tú, desaparecer, ¡PAF! Sin demasiados problemas, sin molestar. Sin que nadie tenga que decir «Oh, ¿te has enterado? Sí precisamente ella... no sabe como ha sido... » Sí, ese tipo contará tu final, lleno de quién sabe cuáles y cuántos detalles, se inventará algo absortudo, como si te conociera de siempre, como si sólo él hubiera sabido realmente cuáles eran tus problemas. Es extraño... Si quizá ni siquiera has tenido tiempo de entenderlos tú. Y ya no podrás hacer nada contra ese gigantesco boca-oreja. Qué palo.Tu memtoria será víctima de un imbécil cualquiera y tu no podrás hacer nada por remediarlo. Sí,ese día hubiera querido encontrara uno de esos mahos: colocan un pañuelo sobre una paloma recién aparecida y, paf, de repende ya no está. Ya no está y basta. Y tú sales satisfecho del espectáculo. Quizá hayas visto bailarinas un poco más gordas de lo debido hayas estado sentado en una de las sillas antiguas algo rígidas, en una sala ubicada en el mejor de los casos en un sótano cualquiera. Sí tambien olía a moho y a humedad. Pero una cosa es cierta: no te preguntarás nunca adónde ha ido a parar la paloma. En cambio nosotros no podemos desaparecertan fácilmente. Ha pasado el tiempo, dos años. Y ahora saboreo una cerveza y acordándome de cuánto me hubiera gustado ser esa sonrío y me siento un poco avergonzado.
- ¿Le apetece otra?
Un azafato en pie junto a un carrito de las bebidas me sonríe.
- No, gracias.

No hay comentarios:

Publicar un comentario