Tu y yo, nadie más.
Que se vuelvan anticuadas las sonrisas y se extingan todas las puestas de sol. Que se destruyan en el mundo los placeres pero, que me quedes tú y me quede tu abrazo. Y el beso que inventas cada día. Y que me quede aquí después del ocaso para siempre, tu melancolía. Porque yo sí que dependo de tí, y si me quedas tú, me queda la vida.
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